martes, 31 de julio de 2007

DEFLACIÓN


BIOCOMBUSTIBLES


El teorema de Pitágoras


Por Adrián Paenza
Cuando uno habla de la belleza de la matemática, inexorablemente tiene que producir algo precioso que justifique el calificativo.
Lo que sigue es una de las demostraciones más espectaculares y atractivas del teorema de Pitágoras. Créame que si en el momento en que usted o yo nos tropezamos con Pitágoras por primera vez nos hubieran mostrado lo que sigue, no hubiéramos penado ni con el enunciado ni con su estética maravillosa. Es más: créame que ni siquiera hace falta que escriba el enunciado del teorema. Lo va a deducir usted sola/o. Anímese que vale la pena. Acá va la historia.
Hace muchos años, Carmen Sessa –extraordinaria referente en la Argentina en cualquier tema que tenga que ver con la didáctica de la matemática y en la forma de comunicarla– me acercó un sobre con varias demostraciones del teorema de pitágoras. No recuerdo de dónde las había sacado, pero ella estaba entusiasmada al ver cuántas maneras distintas había de demostrar un mismo hecho. Tiempo después supe que hay un libro (The Pythagorean Proposition o “La proposición Pitagórica”) que contiene 367 pruebas de este teorema y que fue reeditado en 1968.
De todas formas, y volviendo a las pruebas que me había dado Carmen, hubo una que me dejó fascinado por su simplicidad. Es más: a partir de ese momento (última parte de la década del ’80) nunca paro de reproducirla cada vez que puedo. Y de disfrutarla. Ahora lo invito a que la comparta conmigo.
Usted no necesita saber nada. Bueno, casi nada. Hace falta que usted sepa lo que es un triángulo, un ángulo recto (de 90 grados) (como si fuera una escuadra) y que sepa que se llama triángulo rectángulo justamente a un triángulo que tiene un ángulo recto. Eso es todo.
Por último, si usted fuera a alquilar una pieza para vivir y le dijeran que es de 4 x 5 , ¿podría contestar usted los metros cuadrados que ocupa? Estoy seguro de que sí (20, tiene razón) ¿Y cómo lo hizo? Lo dedujo multiplicando los dos números: 4 x 5. Bien. Eso es todo lo que hace falta. Bueno, acá voy.
Supongamos que se tiene un triángulo rectángulo que voy a llamar T, y a los lados los voy a llamar a, b y h (figura 1).
Imaginemos que el triángulo T está hecho “pegando” tres hilos. Supongamos que se le puede “cortar” el lado h, y que uno puede “estirar” los lados a y b.
Con este nuevo “lado”, de longitud (a+b), fabricamos dos cuadrados iguales. Cada lado del cuadrado mide (a+b).
Marcamos en cada cuadrado los lados a y b, de manera tal de poder dibujar estas figuras (figuras 2 y 3).
Ahora, observemos en cada cuadrado cuántas veces aparece el triángulo T (para lo cual hay que marcar en un dibujo los cuatro triángulos T en cada cuadrado).
Como los cuadrados son iguales, una vez que hemos descubierto los cuatro cuadrados en cada uno de ellos, la superficie que queda “libre” en cada uno tiene que ser la misma (figura 4).
En el primer cuadrado, quedan dos “cuadraditos” de superficies a2 y b2 respectivamente. Por otro lado, en el otro cuadrado, queda dibujado un “nuevo” cuadrado de área h2.
Conclusión: “tiene” que ser
a2 + b2 = h2
que es justamente lo que queríamos probar: “en todo triángulo rectángulo se verifica que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos”.
En este caso, los catetos son a y b, mientras que la hipotenusa es h.
¿No es una demostración preciosa? Es sólo producto de una idea maravillosa que no requiere ninguna herramienta complicada. Sólo sentido común.
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domingo, 29 de julio de 2007

Una multipolaridad nuclear preapocalíptica

Por José Pablo Feinmann
El título que acaban de leer lo puse porque creo que es real. Que lo que dice está pasando. También lo puse pensando en el recientemente ido de este mundo Jean Baudrillard, que solía visitarnos y todos lo iban a escuchar y el hombre decía genialidades como “la guerra del Golfo no ha tenido lugar”, una banalidad basada –más o menos– en que no la habíamos visto por televisión. Hace poco, leyendo sus necrológicas, todas muy informadas, me enteré de que había dicho, sobre el asunto de las Torres Gemelas, que ése, el de las Torres, había sido “un evento absoluto” y otra vez todo el mundo se pone a decir eso: “evento” absoluto. “Evento” es una palabra que inventó Heidegger y la copiaron (usando sobre todo su sinónimo “acontecimiento”) Foucault, Deleuze, Badiou y, por supuesto, Baudrillard. La cuestión me puso pensativo. Me pregunté: ¿y si invento alguna fórmula, algún verso baudrillardiano sobre el caos que es hoy la historia? Y ya está: inventé el título de esta nota. Es un poco largo. O no tanto: la frase del francés sobre la guerra del Golfo lo que se dice “corta” no es. Por ahí, me dije, paso a la historia como Baudrillard. Y en mis necrológicas –o, al menos, en una, porque una, supongo, habrá– se dice: “Había definido la temporalidad histórica de la primera década del siglo XXI” (y aquí viene) “como ‘una multipolaridad nuclear preapocalíptica’”. Y, ahí, desde algún lugar del Cielo o del Infierno, sonrío y le digo a Baudrillard: “¿Viste? Y eso que nunca fui francés”.
Alguien dirá: ¿éste pone ese título espantoso y encima se lo toma en broma? (También puede decirse “en joda”, que da TVVómito.) ¿Y cómo quieren que se tome la vida alguien que cree, en serio, eso: que vivimos una “multipolaridad nuclear preapocalíptica”? Miren: Irán ya es la novena potencia nuclear. Al frente de Irán está su líder, Mahmoud Ahmadinejad, que, es cierto, tiene un nombre difícil y, en una nota reciente, la escritora Alicia Dujovne Ortiz se quejó de esa circunstancia, de ese nombre del líder iraní, que para ella, dijo, era impronunciable, algo que me pareció un poco racista, dado que para un iraní no ha de ser difícil decir “Ahmadinejad” y debe ser imposible decir “Dujovne Ortiz”. El líder iraní, decía, no parece muy confiable. Puede tener el nombre que quiera, uno no va a quejarse por eso, pero hacer un simposio o congreso para demostrar que el Holocausto “no ha tenido lugar”, algo que ni Baudrillard se animó a decir, me parece una perrada, tiene como un tufillo nazi que lo lleva a uno a pensar que el hombre ha de amar los extremos, la ultraderecha, por ejemplo, o la ultraizquierda, se me ocurre, pero muy cuerdo no está, y si no está muy cuerdo es peligroso que esté al frente de una potencia nuclear, tal como está otro que, para mayor horror de la historia que vivimos, está más loco que él, que Ahmadinejad, y se llama, adivinaron, George Bush, que está terriblemente preocupado por los chinos, como todo el Occidente capitalista. Aquí, usted como yo, se preguntará: ¿no debieran estar contentos? ¿No acaba China de reconocer, por ley del Estado, la propiedad privada? ¿Saben ustedes qué decía Hegel de la propiedad privada? Decía: “Es la expresión objetiva de la libertad subjetiva”. O sea, que uno, por más que sea libre “subjetivamente”, si no tiene una casa, un auto, un perro, una cortadora de césped y un revólver para cuidar todo eso no es “objetivamente libre”. Vean si no será importante lo que acaban de hacer los chinos: le dieron la libertad “objetiva” a su pueblo. Sin embargo, Occidente está preocupado. Ni siquiera salió una nota de Vargas Llosa festejando la medida, diciendo que los chinos no practican el “idiotismo” latinoamericano. Les tienen miedo a los chinos. Dieron, se dice, otro paso hacia la “economía de mercado”, que, quién no lo sabe, es la panacea, el bálsamo de este sufriente universo. Pero, igual, no hay caso: les tienen miedo a los chinos. Occidente, digo. Todo Occidente. Salió a decirlo Donald Rumsfeld, el zorro de Irak. Que los chinos crecen militarmente en la modalidad del exceso. No dijo que en esa modalidad sólo puede crecer Estados Unidos, pero para qué iba a decirlo si todo el mundo lo sabe y lo acepta. Lo acepta pero lo imita. De donde nos acercamos a mi título espectacular: están todos armándose nuclearmente. Los chinos declararon que su presupuesto militar es de 40.000 millones de dólares. Pero los expertos de Bush le deterioraron, con esta noticia, dos hoyos de un partido de tenis: “Es mentira –le dijeron–. Es de 100.000 millones. Y ya tienen un Programa Espacial”. Bush llamó a Blair, quien lo consoló con su habitual, encantadora sonrisa: “No te preocupes, Georgie. ¿Qué te pareció Hellen Mirren haciendo de reina nuestra? ¿No está adorable?” Bush lo llamó en seguida a Chirac. Le dijo que Occidente corre peligro. Y Chirac, calmándolo le dijo: “Por supuesto”. Y para peor: “Que Irán aparezca como novena potencia nuclear va a provocar un cataclismo en la región. Y en todo el mundo también. En la comunidad internacional. Imaginate: inseguridad, desconfianza, sobresalto, puntos de vista enfrentados, políticas antagónicas”. Bush entra en pánico. Aquí nos detenemos. Es necesario aclarar algo: la historia es la historia, uno juzga los grandes acontecimientos. Pero cuando la historia se encarna en individualidades como la de George Bush uno debe pensar también en esos individuos y no sólo en los “eventos absolutos”, como Baudrillard. Ergo, digo: cuando George Bush entra en pánico no se toma los cuatro Rivotril de 2 mg que le recomendó su médico: misilea un país o lo invade y ordena torturar a los cretinos que lo habitan. Por tanto, le responde a Chirac: “¡Hay que invadir Irán!” “No –le responde Chirac, que tiene unos modales de lo más civilizados–, vea, no se puede invadir Irán”. Bush exhibe su rapidez de reflejos. Dice: “¡Un ataque nuclear terminal entonces!” “No –insiste Chirac–, eso descalabraría toda la región del Islam y los uniría, los conglomeraría, se adherirían unos con otros y todos contra nosotros”. Bush le cree y siente que así Occidente no puede vivir. Le informan, para colmo, que Putin está furioso desde que sabe que él, Bush, piensa instalar escudos antimisiles en la República Checa y Polonia, “que eran nuestras –-habría dicho–, y volverán a serlo”. Bush se toma los cuatro Rivotril y se va a dormir no bien le informan que hay novedades desde Venezuela.
Chávez es, para los norteamericanos y, claro, para Bush, a quienes los norteamericanos votaron para su segunda presidencia, y a quien, parece, sólo en Hollywood odian, una pesadilla indefinible. No podía ser de otro modo: Chávez es indefinible. Hay una foto en que se cuadra frente a Kirchner y le hace la venia bien a lo milico, que uno tiene que mirarla tres o cuatro veces para creerla. Kirchner, además, le hace un gesto paternal con su brazo derecho y le pone una sonrisa del tipo “dale, loquito, vení, que en la Argentina los tipos que hacen la venia nos costaron demasiado”. Chávez vuelve loco a Bush y a la comunidad internacional y al entero Occidente.
Qué hacemos con este hombre, se preguntan. Le hicimos un golpe basado en el deterioro de las instituciones y con gran apoyo de los grandes diarios y el hombre se salvó. Esperemos que en Argentina nos salga mejor, pero con Chávez hay que inventar algo distinto. Mientras tanto lo aguantan. Tiene petróleo. Le da un montón a Bush. Y todavía, parece, no se armó nuclearmente. Pero... lo recibió a Ahmadinejad. ¿Se dan cuenta?, clama Occidente. Chávez lo recibe a Ahmadinejad, Ahmadinejad le da armas nucleares, Putin (Rusia, entre el 2007 y el 2015, destinará 190.000 millones de dólares para armas nucleares y de todo tipo) lo apoya porque quiere otra “crisis de los misiles” y ganarla, ganar desde Venezuela la guerra que Nikita Kruschev, ese torpe, no supo ganar desde Cuba, y Occidente se encuentra con un caos nuclear desatado desde América latina, donde, por ahora, no estaba el ojo del huracán. Si ocurre eso, si el conflicto nuclear sorpresivamente se transforma en una nueva “crisis de los misiles” con centro en Venezuela, ¿qué hará Irán con sus misiles sobrantes? ¿Los arrojará sobre Israel? ¿Qué hará Israel? ¿Arrojará todo su arsenal nuclear sobre Irán? ¿Qué hará Rusia, ese adversario vencido, abatido bajo las piedras del Muro, que ahora busca venganza, que odia la sonrisa de “perfecto idiota neoliberal” que exhibe Andrés Oppenheimer? ¿Qué hará China? ¿O no saben que China puede, entre otras terribles cosas, desplegar una red de microsatélites dotados de rayos láser, capaces de neutralizar los satélites norteamericanos e inmovilizar a las fuerzas de tierra, de aire y de mar de América, que, como todos sabemos, quiere decir “Estados Unidos”? Y por último, ¿qué haremos nosotros?
Qué hará usted.

Edmund Phelps

Edmund Phelps en un economista estadounidense reconocido por su teoría de la estanflación. Phelps ganó el premio nóbel de economía 2006




Biografía
Edmund Strothes Phelps nació el 26 de Julio de 1933 en Evanston, Illinois, Estados Unidos. Cuando Phelps tenía seis años, su familia se mudó a Hastings-on-Hudson, Nueva York. Su padre era publicista y su madre nutricionista. Ambos perdieron sus empleos, por lo que tuvieron que vivir gracias a la ayuda de los abuelos de Edmund. Phelps hizo sus estudios secundarios en el colegio de Amherst. Inicialmente, se interesó por la filosofía, pero su padre lo convenció de que tomara unos cursos de economía. Luego de terminar sus estudios secundarios, en 1955, Phelps comenzó sus estudios universitarios en Yale. Entre sus profesores se encontraron James Tobin y Thomas Schelling. Obtuvo su doctorado en 1959. Comenzó su carrera académica en la comisión Cowles en Yale, luego siguió en la Universidad de Pennsylvania y en 1971 en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Allí es desde 1982 profesor de economía política. Phelps se especializó en el estudio de la economía China. En 1981 fue nombrado miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y en el año 2000 fue nombrado miembro distinguido de la Asociación de Economía Americana.
Sobre Argentina:
"La crisis argentina parece haber sido superada, pero será necesario hacer otro tipo de reformas para que la economía se vuelva más dinámica"
"Necesitan ideas más innovadoras, más inversiones y una política financiera más estable. Tiene que haber inversores y también ideas nuevas para poder tener una economía atractiva"
"El país tendrá otros tres años más de rápido crecimiento y recuperación, hasta que la situación laboral se normalice. Luego empezará el camino duro y la mejor estrategia para enfrentarlo es una reforma que vuelva la economía más dinámica e innovadora"
"Es malo extender los acuerdos de precios sobre la economía o utilizar cualquier otro incentivo negativo para las inversiones porque provocará una distribución equivocada de los recursos en los sectores no regulados"
"El Gobierno tiene que utilizar mecanismos de mercado para brindar compensaciones, como los subsidios a los que menos ganan"
"¿Una ley de salario mínimo genera inflación? Hay que ver si esto provoca una suba de los precios facilitada por una política monetaria expansiva del Banco Central"
"¿Cuál es la ventaja de tener inflación, aunque sea baja? Lo más productivo es no tener nada de inflación"
Ha trabajado para el Departamento del Tesoro, el Comité de Finanzas del Senado y la Reserva Federal, así como para instituciones extranjeras como el Observatorio francés de coyunturas económicas. Phelps es doctor honoris causa por las Universidades de Mannheim (Alemania), Roma, Nova Lisboa, Islandia, París, Dauphine y Pekín.
En Septiembe de 2006, Edmund Phelps ganó el premio nobel de economía, por ‘sus análisis sobre compensaciones internacionales en la política macroeconómica’, según informó la Academia Real Sueca de las Ciencias. 'El trabajo de Edmund Phelps ha ahondado nuestro conocimiento de la relación entre los efectos de corto y largo recorrido en la política internacional'. Según publicó la academia, 'sus contribuciones han tenido un impacto decisivo sobre la investigación económica y política'.
La esposa de Edmund Phelps, llamada Viviana Montdor, es de Argentina. Phelps conoció a Viviana en Columbia y se casaron en 1974 (era el segundo casamiento de Phelps). Viviana tenía una hija en ese momento, por lo que Edmund ganó una hijastra. Viviana admite que si bien Phelps es muy bueno para la teoría económica, no logró, a pesar de sus esfuerzos, aprender a hablar el idioma español. Junto a ella, Phelps viajó por la Patagonia en la década del 80.


Aportes
Los aportes de Phelps se concentran en la introducción de las expectativas de los agentes económicos en la determinación de la relación entre la tasa de inflación y desempleo (La Curva de Phillips a largo plazo), y una fórmula de la formación de capital a largo plazo, que incluye a la educación y a la inversión en investigación y desarrollo como elementos que influyen en el consumo per cápita a largo plazo.


Curva de Phillips
En los años sesenta, la curva de Phillips era muy popular. Esta curva representa la relación existente entre la inflación y el desempleo. La curva de Phillips indicaba que ya no se podrían alcanzar en forma conjunta el pleno empleo y una baja inflación, habría que aceptar en nivel de empleo que fuera congruente con un nivel de inflación aceptable.
Phelps desafió esta idea, indicando que los individuos tienen un conocimiento incompleto de la economía, y basan sus acciones, por ejemplo, la fijación de precios, teniendo en cuenta sus expectativas. Principalmente, se dice que la inflación presente influirá de manera decisiva en la inflación futura. 'Una baja inflación hoy conduce a la expectativa de baja inflación también en el futuro', señala. Phelps dice que cuando la inflación actual y la esperada coinciden, se da un ‘equilibrio de la tasa de desempleo’. La academia Sueca de Ciencias afirmó, resumiendo las ideas de Phelps, que 'el equilibrio en el desempleo sólo depende del funcionamiento del mercado laboral. Los intentos de reducir permanentemente el paro por debajo del 'equilibrio de la tasa de desempleo' sólo tendrán como consecuencia un continuado aumento de la inflación'.
La Regla de Oro de la Formación de Capital
La teoría neoclásica de crecimiento, señala que existe un estado estacionario en el que todas las variables (consumo, inversión, producción, etc.) varían a una tasa constante. Este estado estacionario depende de ciertas características institucionales de la economía, como la tasa de crecimiento de la población y la tasa de ahorro de la economía. Otro de los aportes de Phelps consiste en introducir dentro de esta teoría elementos como la educación y la inversión en tecnología. Si bien él no fue el único ni el primero en hacer esto. Phelps, establece que hay una tasa de formación de capital físico y una tasa de formación de capital humano. Por otro lado, hay una tasa de depreciación. Entonces, si bien mayor capital (físico y humano) implican mayor producción, también implican mayor depreciación, por lo que existe un punto en el que la formación de capital es tal que, si sigue aumentando, el consumo de estado estacionario disminuye. Por lo que no es conveniente ahorrar mas de lo indica la regla de oro de la formación de capital.
Opinando de Argentina, Edmund Phelps afirmó que la crisis (iniciada en 2001) ya está superada, pero que es necesario darle mayor dinamismo a la economía. "La crisis parece haber sido superada, pero será necesario hacer otro tipo de reformas para que la economía argentina se vuelva más dinámica", sostuvo Phelps. Afirmó también que el país necesita mas emprendedores. También cuestionó el alto nivel de cooperativismo y destacó "el rol importante que ha tenido en Gobierno en la economía" y a los "sindicatos muy poderosos".
Obras
Entre los libros de Phelps, se destacan 'Rewarding Work: How to Restore Participation and Self-Support to Free Enterprise' (1997), 'Structural Slumps: The Modern Equilibrium Theory of Unemployment, Interest and Assets' (1994) y 'Microeconomic Foundations of Employment and Inflation Theory' (1970).

"Todos le deben algo a Edmund Phelps"

Toda la moderna teoría macroeconómica le debe algo al flamante Nobel Edmund Phelps, sostiene el columnista.
JEAN PAUL FITOUSSI. ECONOMISTA
El ganador del premio Nobel de Economía del 2006, el estadounidense Edmund Phelps, de 73 años, es un gigante cuyos aportes cambiaron el curso del pensamiento económico. Mark Blaugh, en un estudio basado en el análisis del Indice de Citas en Ciencias Sociales (Social Science Citations Index), lo sitúa entre los 100 economistas más importantes desde Adam Smith. Cuando empezó la universidad en el Amherst College no tenía una idea precisa sobre en qué disciplina especializarse ni qué carrera seguir. Era un apasionado de la filosofía, pero, instado por su padre, siguió un curso de economía. Como suele ocurrir, es el encuentro con un gran profesor lo que hace nacer una vocación; en este caso, fue el economista de Harvard James Nelson. Paul Samuelson admitió que había aceptado dictar una serie de conferencias en Amherst con el único objetivo de reclutarlo para el MIT. Pero Phelps optó por un posgrado en Yale y allí entró en estrecho contacto con James Tobin y Thomas Schelling. Ese fue el clima intelectual en el que escribió sus tesis bajo la dirección de James Tobin.Hoy, los economistas que trabajan en la macroeconomía, sus fundamentos micro, la teoría del crecimiento exógeno o endógeno, la formación de las anticipaciones, los problemas de información y de discriminación, usan a Phelps sin saberlo. Casi de inmediato, Phelps se ganó fama internacional gracias a sus trabajos sobre la regla de oro de la acumulación del capital (tenía 28 años). Hoy, ese concepto forma parte del bagaje conceptual de todo economista, se enseña en todos los cursos sobre crecimiento y sirve de referencia en todos los trabajos sobre la macroeconomía. Más tarde, Phelps desarrolló una teoría del crecimiento de largo plazo basada en la educación y la difusión del progreso técnico. Pero eso era tan avanzado que recién sería apreciado un cuarto de siglo más tarde, cuando los teóricos se pusieron a desarrollar las teorías del crecimiento endógeno, especialmente la teoría schumpeteriana del crecimiento. Phelps se adelantó entre diez y veinte años a su profesión al desarrollar la teoría del salario de eficiencia y la del control de la inflación, consideradas hoy las más modernas del mercado de trabajo y de la gestión monetaria. Su relación con Amartya Sen, John Rawls y Kenneth Arrow en Stanford, entre las décadas de 1960 y 1970, reanimó su interés filosófico. Mantuvo intercambios intelectuales muy ricos y frecuentes con John Rawls, lo que lo llevó a redactar muchos ensayos sobre la teoría de la justicia económica y a editar un libro sobre el tema en 1974, que sigue siendo referencia obligada. Phelps está en el origen de la refundación moderna de la macroeconomía y, según Samuelson, también de la microeconomía. Su programa consistió en introducir la imperfección de la información y la del conocimiento en la teoría económica. A causa de él, la teoría económica se reformuló tomando seriamente en cuenta las anticipaciones de los agentes. En una obra célebre que editó, "Fundamentos microeconómicos del empleo y teoría de la inflación" (Microeconomic Foundations of Employment and Inflation Theory), sentó las bases de lo que iba a ser la mayor revolución teórica de los últimos cincuenta años. A él se le debe la teoría del índice natural de desempleo, piedra angular de la teoría moderna de la macroeconomía y de la política económica, teoría que Milton Friedman iba a redescubrir un año después. También se le debe la parábola de las islas, que permite entender por qué la política monetaria puede tener efectos reales transitorios a causa de la imperfección de la información.

El perro que se llamaba Fido


Por Adrián Paenza

Lo que sigue es un extraordinario ejercicio de lógica. Créame que vale la pena sentarse un rato y pensar la situación que voy a plantear. La idea es muy conocida para cualquiera que trabaja en lógica matemática, pero de todas las variantes que conozco, la que sigue es una de las que más me gustó y le pertenece a Donald Benson.
Es un ejemplo muy interesante para entrenar el cerebro y generarse algunas dudas internas.
Acá va.
Supongamos que en algún planeta –digamos Plutón por ponerle un nombre– hay infinitos perros. Sí, ya sé. De entrada ya hay un problema, porque no es posible que haya infinitos perros, pero se trata de estirar un poco la imaginación y avanzar. Concédame ese beneficio.
Sigo. Los infinitos perros tienen uno de estos dos colores: algunos son blancos y otros son negros.
Eso sí: en este planeta las leyes son muy rígidas, especialmente cuando se trata de que un perro pueda olfatear a otro. Más aún: cada perro tiene una lista de perros a los que puede olfatear. Sólo les está permitido entonces, olfatear a cualquier perro que figure en su lista. Las penas a quienes no cumplen son la muerte instantánea.
Sigo con más datos. Otra cosa que también se sabe es que no hay dos listas iguales. Es decir, no hay ningún perro que tenga una lista igual a otro.
Pero, increíblemente, si usted selecciona cualquier conjunto de perros de Plutón, ese grupo tiene que corresponder exactamente a la lista de algún perro. Sobre este último punto, lo invito a pensar lo que dice. Es más: le pido que no avance si no se siente cómodo con haber entendido lo que dice esta ley. Por ejemplo, si usted elige cualesquiera tres perros en Plutón, esos tres tienen que corresponder a la lista de un único perro. Y lo mismo, si usted elige otros seis perros: esos seis tienen que ser exactamente los seis que figuran en la lista de un único perro. Y eso sucede con cualquier subconjunto de perros de Plutón que usted elija: ellos tendrán que ser los integrantes de la lista de un único perro.
Además, lo curioso es que se permite que algunos perros figuren en sus propias listas. Es decir, a esos perros son los únicos que se les permite olfatearse a sí mismos. Justamente, éstos son los perros de color negro.
El resto de los perros no figura en su propia lista. No se les permite que se olfateen a sí mismos y por supuesto, entonces, éstos son los perros blancos.
Ahora bien, la pregunta es la siguiente: ¿es posible que estas reglas se cumplan? Es decir, ¿es posible que esa situación sea posible? ¿O hay alguna contradicción en alguna parte?
A esta altura, lo que yo haría, es quedarme a pensar tranquilo, sin apuros. El problema no tiene trampa, no tiene ningún misterio. Es cuestión de que usted recorra la lista de leyes que están escritas más arriba y se fije si hay alguna contradicción. Y por supuesto, si la hay –la contradicción– ser capaz de explicar cuál es. A manera de resumen, escribo todas las reglas:
1) hay infinitos perros en Plutón. Algunos son blancos, otros son negros;
2) todo perro tiene una lista de perros a los que puede olfatear;
3) todas las listas son diferentes;
4) dado cualquier conjunto de perros de Plutón, ellos tienen que ser los integrantes de la lista de un único perro y, por lo tanto, serán los únicos que ese perro pueda olfatear;
5) algunos perros pueden figurar en su propia lista y se les permite olfatearse a sí mismos. Estos son los perros negros,
6) los perros restantes, o sea, aquellos que no figuran en sus propias listas, son los perros blancos.
Ahora le toca a usted. Y si no, lea más abajo (pero como siempre, ¿qué gracia tendría sin haberlo pensado? ¿No era ésa la idea acaso?)
Solución
Voy a mostrar que las leyes escritas más arriba son contradictorias.
Tomemos todos los perros blancos. Este es –claramente– un conjunto de perros de Plutón. Como tal, tiene que corresponder a la lista de un único perro de Plutón, que voy a llamar Fido. Es decir: la lista de perros de Fido coincide exactamente con todos los perros blancos de Plutón. Y como esta lista tiene que cumplir las reglas, no hay ningún otro perro de Plutón que pueda tener la misma lista.
La pregunta que surge ahora es: Fido, ¿de qué color es? (Aquí, si yo fuera usted, volvería a pensar sola/o.)
Veamos.
a) ¿Puede ser blanco Fido? Si fuera blanco, él tendría que estar en su propia lista (porque acabamos de decir que la lista de perros que puede olfatear Fido, son todos los perros blancos. Si él fuera blanco, tendría que figurar en su propia lista). Pero si uno revisa la ley que lleva el número 6, se ve que los perros blancos eran justamente aquellos que no figuraban en sus propias listas. Moraleja: Fido no puede ser blanco, porque si no contradiría las leyes.
b) Uno debe concluir, entonces, que Fido tiene que ser negro. Pero si así fuera, Fido tendría que poder olfatearse a sí mismo (ver la ley 5). O sea, tendría que figurar en su propia lista. Pero esto no puede ser tampoco, porque la lista de Fido estaba compuesta justamente por todos los perros blancos. Entonces, si Fido fuera negro no puede figurar en su propia lista.
Esta paradoja es una versión más de las célebres paradojas de Bertrand Russell. Más allá del ejemplo, de Fido, de los perros blancos, negros y de Plutón, lo valioso de pensar en este tipo de cosas es entrenar el cerebro para recorrer caminos que no son habituales. En todo caso, yo creo que esto sirve para tomar decisiones más educadas en la vida cotidiana.
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Bart y García Marquez



China será el mayor exportador mundial

China será el mayor exportador mundial

Según las estimaciones de crecimiento, el país asiático desplazará a Alemania del primer puesto al finalizar 2007. La contaminación, consecuencia palpable

Hasta 2006, Alemania fue el mayor exportador mundial. Pero en el presente año, el título se lo está quitando China, que saltará al primer lugar cuando cierre 2007.
Las exportaciones chinas crecen a tasas que muy superiores al promedio de crecimiento de las de Alemania y Estados Unidos. Mientras las de China aumentan a más del 27% anual, las de Alemania lo harían en un 14%.
Muchos expertos aseguran que para exportar es indispensable la calidad. Más allá de ese preconcepto, la “batalla” por el primer puesto entre Alemania y China parece reflejar una competencia entre precio y calidad. Así como Alemania representa la excelencia y confiabilidad en sus productos, China está en la mente del mundo como el producto barato y de baja calidad.
China le vende al mundo principalmente computadoras y sus partes, televisores, videograbadoras y zapatillas, en ese orden. Alemania, en cambio, es famosa por sus autos: son su principal producto de exportación. Vende por más de US$ 100.000 millones; con un solo producto registra más divisas que el doble de las que genera la Argentina por su exportación total al mundo...
El país germano también exporta autopartes, medicamentos, computadoras y partes de avión, en ese orden. Y aunque ambos son grandes fabricantes y vendedores de computadoras, el mercado al que apuntan es muy diferente.
En sus otros productos la competencia tampoco se da. Aunque muchos indican que China está mejorando la calidad de los bienes que fabrica aún no ha logrado cambiar el concepto mundial.
El gran comprador
El principal comprador en el nivel mundial es Estados Unidos. En el caso de China, le vende 1 de cada 3 dólares. Después le vende a Japón, Corea y Alemania, en ese orden. Entre los cuatro captan 6 de cada 10 dólares de los que vende el gran país asiático.
En la vereda alemana, Francia, Estados Unidos, Reino Unido e Italia son los principales compradores.
Mientras para China Japón es el segundo cliente (18% de lo vendido), para Alemania no está siquiera entre sus diez primeros clientes (le vende sólo un 2%).
Estados Unidos posee un gran déficit comercial con China. Es mucho más lo que le compra que lo que puede venderle. El reproche más grande que le hace Estados Unidos a China es que mantiene artificialmente débil su moneda para facilitar a los exportadores. Las últimas cifras indican que en los últimos 12 meses China vendió por más de US$ 242.000 millones de lo que compró.
¿Cómo queda el ranking?
Según los datos sobre exportaciones mundiales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para 2006, Alemania es el primer exportador mundial, Estados Unidos el segundo y China el tercero. Muy detrás, Japón, Francia y los Países Bajos.
El principal cambio en el ranking para 2007, según las estimaciones de crecimiento de exportaciones y habiendo transcurrido la mitad del año, será el primer puesto que ostentará ahora China.
Aunque no será lo único. Estados Unidos pasará indefectiblemente a ocupar el tercer lugar de la tabla y mantendrá el primer puesto como mayor importador en el nivel mundial. Los Países Bajos superarán a Francia y ocuparán el quinto lugar mientras Bélgica se convertirá en el noveno exportador mundial, muy cerca de Italia.
Pero lo cierto es que frente a los reclamos de déficit comercial, dumping, trabajo infantil y devaluación del yuan, entre otros, que recaen sobre los chinos, ahora se suma el problema de la contaminación de alimentos.
La Agencia Medioambiental de Holanda informó que en 2006 China superó a Estados Unidos como emisor de gases de efecto invernadero. El sistema eléctrico chino, alimentado fundamentalmente a carbón, largó al aire 6200 millones de toneladas de dióxido de carbono contra 5800 de Estados Unidos.
La Agencia –que es una referencia en el nivel mundial– considera que el crecimiento de las emisiones se debe al gran uso de carbón para generar electricidad. Al igual que las exportaciones y su economía, la contaminación china crece a un ritmo muy superior al de los demás países. Mientras la de Estados Unidos aumentó un 1,4% el año pasado, las emisiones contaminantes chinas habrían crecido un 9%. El mundo occidental considera que mientras más exporte China, más aumentará su contaminación debido a la gran dificultad de cambiar su matriz energética.
Muchas incógnitas surgen entonces. ¿Podrá ser el líder mundial en algunos años? ¿Podrán competir las distintas industrias contra los productos chinos tan económicos y tan dañinos ecológicamente hablando?¿Asumirá el gigante asiático sus responsabilidades como país líder en el nivel mundial? El escenario futuro dependerá de estas repuestas.

Por Gustavo Scarpetta Para LA NACION
El autor es docente de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Universidad Empresarial Siglo 21

miércoles, 25 de julio de 2007

EE.UU.: ¿en vísperas de un cambio?

EE.UU.: ¿en vísperas de un cambio? (CLARIN ECONÓMICO 27/05/2007)


Hasta ahora, la mayor economía del mundo resistió la crisis inmobiliaria sin grandes costos, dice el autor. Pero agrega que no se puede descartar que la suba del precio del petróleo y la caída de los precios inmobiliarios hagan bajar aún más la tasa de crecimiento. En ese caso, bajar la tasa para reactivar la economía puede desatar un pico inflacionario.


Paul Samuelson. PREMIO NOBEL DE ECONOMIA

Últimamente el día a día de la economía estadounidense carece de emoción. Esa apatía no es necesariamente una mala noticia. En muchas culturas antiguas, la expresión "Que tus hijos vivan en tiempos interesantes" es interpretada más como una maldición que como un buen augurio. La excitación de una burbuja en las bolsas o una recesión en la calle es un síntoma de patología y no de buena salud.Por suerte, la prosperidad mundial no depende tanto como antes de la locomotora estadounidense. Autorizados informes del FMI documentaron hace poco esta novedad. A medida que nos acercamos a mitad de año, el crecimiento de la UE se está acelerando un poco.El impresionante progreso de China e India no se va a detener porque sus exportaciones a los Estados Unidos crezcan, por ejemplo, un 1% menos por año.Como patriota estadounidense, no me pongo de luto cuando mi país pierde el predominio unilateral sobre la economía del mundo. Representamos apenas el 5% de la población del planeta, pero aún así, tenemos cerca del 20% de la producción total.Nuestro producto per cápita crece a un ritmo bastante constante año a año. Sin embargo, es esperable que las numerosas regiones más pobres que nosotros —si cuentan con poblaciones educables que todavía no ganan salarios reales altos—, puedan duplicar nuestra tasa de crecimiento esperable. ¿Por qué y cómo?Simplemente usando nuestro know-how tecnológico superior, Europa Occidental y el Sudeste asiático tuvieron durante mucho tiempo un crecimiento mayor de la productividad per cápita que nosotros.Un Japón o una Corea del Sur habrían experimentado un crecimiento real explosivo aun cuando, entre 1960 y 1990, hubiesen invertido todo su ahorro doméstico en el país, en vez de generar superávit comerciales crónicos con Estados Unidos y luego reciclar esos superávit para contribuir a financiar la formación de capital en Estados Unidos.Pero a no exagerar con la actual tranquilidad económica estadounidense. Es cierto que Wall Street hoy no está ni en una fase "toro" (alcista) ni en una fase "oso", o de baja. Los índices bursátiles están casi como a comienzos de 2007. La reciente burbuja inmobiliaria ya se pinchó. Los prestamistas "sub-prime" (los que imprudentemente ayudaron a deudores de baja calificación crediticia) a comprar viviendas más grandes de lo que podían, están quebrando. Los constructores especulativos se "clavaron" con casas nuevas que no pueden vender. Eso mata el futuro del sector construcción. Otro panoramaSin embargo, el panorama financiero hoy difiere del que imperaba cuando estalló la última burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, en los años 80. En aquel momento, miles de entidades de ahorro y crédito locales habían volcado todo el dinero de sus depositantes en viviendas nuevas, ilíquidas y sobrevaluadas. Ahora, en cambio, las bajas tasas, impulsadas por la Reserva Federal para fomentar la recuperación de la masa de inversores tras el colapso bursátil de 2000, alentaron a diversos tomadores de riesgos a dar financiamiento hipotecario.Tontos de ellos. Pero una macroavalancha como la de los '80 es menos probable hoy. En economía todo es posible. No podemos descartar que el doble hachazo de los elevados precios del petróleo y de la caída de los precios inmobiliarios hagan bajar la tasa de crecimiento anual del 2,2% a números recesivos. Pero entonces y sólo entonces la Reserva Federal de Ben Bernanke hará frente a los vientos de recesión reduciendo más las tasas. Los periodistas me llaman a la oficina para preguntarme: "Profesor ¿caímos otra vez en la estanflación de la que usted hablaba en los años 70?" Mi respuesta mesurada es que no hay gran diferencia entre una ballena grande y un tiburón mediano.Cuando al mismo tiempo la inflación estadounidense es demasiado alta y el crecimiento real es un poco bajo, nuestra Reserva Federal debe vérselas con algún grado de estanflación desconcertante. ¿Por qué desconcertante?Siempre que los gobernadores de la Fed y los secretarios del Tesoro se enfrentan con: a) un crecimiento irracional y exuberante tanto de precios como de la producción total, ó b) una deflación persistente de los precios al consumidor con deterioro del empleo, estos expertos modernos no dudan sobre qué hacer. En el caso a), limitan el crédito de la Reserva Federal y endurecen la política fiscal. En el b), abren ambas canillas en busca de expansión. No hay perplejidad.Con la estanflación es otra historia. Todo lo que se hizo en los años 70 para contrarrestar la "flación"empeoraba la "estan". Y lo que se hacía para reducir el lado "estan", empeoraba la "flación". Ben Bernanke, titular de la Fed, y Henry Paulson, secretario del Tesoro, tienen un problema, pero menos difícil. Basándome en la estadística, pienso que el crecimiento, que sigue débil, del PBI continuará todo 2007. Eso plantea un interrogante crucial: ¿Qué pasará si las desventuras geopolíticas de Medio Oriente, «áfrica y América latina disparan el precio del petróleo al récord de 70 u 80 dólares el barril?En ese caso, esta Reserva Federal, fiel a su compromiso de considerar inaceptable incluso un índice inflacionario de 3%, sin duda aumentará las tasas de interés en vez de mantenerlas.Cuando esto ocurra, si es que ocurre, créanme que los decibeles de la discusión económica subirán a niveles nada aburridos, sino emocionantes.

SAMUELSON_los fantasmas económicos del futuro

Los fantasmas económicos del futuro (CLARIN 01/04/07)

Hará falta mucho más que la sabiduría del Rey Salomón para encontrar el delicado punto medio entre libertad y regulación, asegura el autor. Descarta una posible recesión mundial por ahora, pero habla de los peligros económicos que se despliegan en una economía globalizada, con la presencia de China, los fondos financieros sin control y los paraísos fiscales.

Paul A. Samuelson. PREMIO NOBEL DE ECONOMIA
Esta primavera (boreal) llega con incertidumbre económica. En China se habló de nuevas normas fiscales y restricciones al crédito y las bolsas del país cayeron 9% en un día.Dada la actual interconexión del sistema mundial, los mercados asiáticos cayeron, atrás de China. Y cuando amaneció en los mercados de Europa y de EE.UU. también hubo corrida.Como dice el dicho, los jesuitas mueren de a tres. Al mismo tiempo que China les bajaba el tono a sus mercados, estallaba la burbuja inmobiliaria estadounidense. Naturalmente, esto redujo ingresos y empleos en la construcción. Y los acreedores hipotecarios de riesgo empezaron a quebrar en manada. Tampoco ayudó que, al mismo tiempo, Alan Greenspan, el venerable jubilado de la Reserva Federal de los EE.UU., advirtiera públicamente que el boom estadounidense del 2003-2007 se estaba convirtiendo en un recuerdo. ¡Hasta usó la palabra que empieza con R, al hablar de una "posible" recesión en este 2007! El nuevo presidente de la Fed, Ben Bernanke, se apuró a sostener que, para la economía global, la perspectiva más probable sigue siendo la de un aterrizaje suave. Eso calmó a algunos. Pero Bernanke se negó a decir lo que Wall Street quería escuchar : que "pronto la Fed bajará su tasa de interés" y así los traders podrán tener nuevas ganancias. La historia económica nos enseña que las catástrofes inexorables existen. Por caso, un asteroide enorme una vez cayó inesperadamente sobre la Tierra y aniquiló a todos los dinosaurios. Nueva Orleáns, ciudad situada junto al golfo de México, que está debajo del nivel del mar y que carece de defensas como las que tiene Holanda, siempre estuvo expuesta al riesgo de un gran huracán y finalmente le llegó el Katrina en el 2005. Ningún científico duda de que, en alguna futura fecha desconocida, buena parte de California será devastada por un terremoto gigante.La gente normal y racional tiene que hacer su vida cotidiana sin perder el sueño por las desgracias futuras. Pero, si somos racionales, tratamos de ver aquí y ahora cómo evitar o prevenir los males que seguramente llegarán en algún momento aun incierto. Me limitaré a lo económico. En octubre de 1929, la bolsa se derrumbó. Los no economistas piensan que la Gran Depresión mundial de 1929-1939 fue la consecuencia inevitable. No lo fue. Si el Presidente Herbert Hoover y el Secretario del Tesoro de los EE.UU, Andrew Mellon y Montague Norman, del Banco de Inglaterra hubieran sabido lo que los expertos de todo el mundo saben hoy, podría haber habido sólo una recesión leve en 1930-1931.Y, en ese caso, la guerra de venganza de Adolf Hitler, en 1939, no habría tenido lugar. Lecciones del pasadoNo podemos revertir la historia económica. Pero podemos aprender algo. He aquí algunas consideraciones útiles: Ben Bernanke, en Washington, Alwyn King en el Banco de Inglaterra y Jean-Claude Trichet, en el Banco Central Europeo tienen los conocimientos, el poder y la voluntad para actuar drásticamente si se llegaran a desarrollar en el período 2007-2008 fuerzas deflacionarias de magnitud. La "posibilidad" de recesión en ciernes de la que habló Greenspan se traduce como "a lo sumo, un tercio de probabilidades de una recesión menor". Dos tercios es el doble de un tercio y eso respalda la mejor conjetura sobre una recesión futura modesta. Que no se me malentienda ni se me crea un incurable optimista. Lejos de eso. Como realista, veo en mi bola de cristal algunos desafíos extremos para la economía mundial. Lo que sigue es un esbozo de algunos. «, El PBI chino ahora supera al de Japón y es el segundo detrás del de los EE.UU. Si sigue con un crecimiento real del 9% o 10% anual, en alguna fecha próxima el PBI total de China será igual al estadounidense.«, La locura de los fondos de cobertura se está extendiendo a todos los mercados mundiales. Escapan a la regulación. En tiempos normales, esos fondos pueden contribuir a dispersar y reducir los riesgos. Sin embargo, ante la perspectiva de una futura tormenta, mi temor es que todos los hedge funds en cascada produzcan —y exacerben— una corrida masiva y desordenada contra el dólar. ¿Podría pasar algo así sin una gran crisis mundial? Para entonces, el Presidente George Bush estará en su rancho de Texas. Pero el medio oriente seguirá con caos y guerra civil. Se cosecha lo que se siembra. La locura fiscal estadounidense post 2000, combinada con la dispendiosidad de los norteamericanos en las bolsas, pondrá a prueba la fragilidad de nuestro nuevo sistema financiero mundial. En el mundo de hoy, geográficamente móvil, la regulación racional de los procederes empresarios parece casi imposible. Si se prohíben las artimañas de Enron y WorldCom, las actividades financieras se van de EE.UU. y de Londres y de Bruselas a los paraísos fiscales de Bahamas o las Islas del Canal. Esos lugares son como el legendario "lejano oeste" estadounidense: una carrera hacia la menor regulación, donde el que dispara más rápido gana. Hará falta mucho más que la sabiduría del Rey Salomón para encontrar el delicado punto medio entre libertad y regulación.